La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es una tendencia creciente en la cadena de valor. Se trata de un concepto que implica un comportamiento ético por parte de las empresas respecto a valores socioeconómicos y ambientales, y afecta a todos los agentes implicados en su actividad, así como al territorio en el que están situadas.
La globalización ha traído como consecuencia la extensión de las cadenas de producción a lo largo de todo el mundo. Esto implica que la responsabilidad social debe abarcar a un grupo mucho mayor de personas y entidades relacionadas con la actividad empresarial, tal como se refleja en la Norma ISO 26000 y en Los Principios Rectores De Derechos Humanos y Empresa (ONU, 2011), ya que aunque una empresa es responsable del impacto que tienen sus decisiones y actividades, en algunas ocasiones éstas afectan e influyen en el comportamiento de otras entidades con las que está relacionada.
Un estudio realizado por ComunicaRSE entre febrero y junio de 2013, en el que se han realizado encuestas a 64 grandes y medianas
empresas, destaca que un 47% aún no tiene una política estratégica definida en la cadena de valor.
No obstante, las empresas son cada vez más exigentes a la hora de escoger a sus proveedores, a los que exigen el cumplimiento de criterios estrictos. Para elegir a estos proveedores, el criterio económico es tenido en cuenta de forma mayoritaria y sigue siendo el más importante para las empresas, pero también se valora el criterio ambiental, seguido del social, sobre todo en lo referido a proveedores críticos (66%).
Otras medidas tenidas en cuenta para promover la RSC en la cadena de suministro son:
– La contratación de personas del ámbito local, para impulsar el desarrollo en ese territorio, así como de colectivos de comercio justo, negocios inclusivos, etc.
– La exigencia a los proveedores de certificados de gestión responsable, o la adopción de códigos de buenas prácticas, la participación en programas internacionales de RSC, etc.
– La realización, no sólo de evaluaciones a los proveedores, sino también de encuestas de satisfacción para conocer su opinión.
– La promoción del desarrollo de los proveedores mediante incentivos, galardones, etc.
– El impulso de la prevención de riesgos, especialmente en materia laboral y ambiental.
Como conclusión del estudio, es destacable que los principales impulsores para trabajar la responsabilidad social en la cadena de
valor son los asociados a reputación y riesgo fundamentalmente, así como también al negocio (costes, producción, etc).
Sin embargo la realidad es que la RSC en la cadena de suministro no se considera todavía un factor estratégico. No suele asociarse a
la generación de valor en innovación y competitividad, algo que se ve reforzado aún más en la situación económica
actual.
El reto es lograr cambiar la visión de las empresas, para que tomen conciencia de que la RSC tiene muchos más beneficios asociados, más allá de la imagen pública o el ahorro de costes. El bienestar de los trabajadores, la repercusión positiva en la
sociedad, y la sostenibilidad ambiental, son objetivos a largo plazo que generan valor de negocio, permiten el acceso a consumidores más exigentes y proporcionan una visión empresarial enfocada al futuro.
A pesar de todo, de acuerdo con el estudio que hemos analizado, las tendencias futuras son alentadoras ya que el 100% de las empresas analizadas considera que la RSC en la cadena de valor tendrá más incidencia en el futuro, predominando a corto
plazo la evaluación y control de derechos humanos en las cadenas de suministro.
Diciembre 2013