La sostenibilidad a prueba por el virus del Ébola

porÁngela Ruiz

La normalidad ha vuelto a las redacciones de noticias tras varias semanas de información continuada sobre el estado de Teresa Romero, la primera afectada de Ébola en Europa. A principio de octubre los medios de comunicación se encendieron al saberse que un personal sanitario del Hospital Carlos III había dado positivo en el test de Ébola.

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Este insólito caso ha hecho que nos preguntemos si realmente se tomaron las medidas de protección adecuadas o simplemente fue ocasionado por un error humano. Sea cual fuere el motivo del contagio la importancia tras la detección del caso recayó en ¿cómo se debe actuar para que dicho virus no se propague? Para esto había que tomar conciencia de la responsabilidad social y sanitaria que conllevaba este tipo de acciones. Por lo tanto, surgieron multitud de preguntas ¿cómo se podía prevenir el contagio de este virus? ¿cómo se podían eliminar los residuos de Ébola?

En el caso de EE UU, para los agentes de sostenibilidad sanitarios, había un flujo de residuos emergentes tras la infección que había que tener en cuenta, por lo que  ¿cómo se preparaban los hospitales para este flujo de residuos potenciales?  La pregunta ha ido obteniendo respuestas con el paso de los días.

Todo tenía su comienzo con una mejora en el enfoque de la gestión de estos residuos, implantación de una serie de requisitos para adecuada separación, la contención, el envasado y la eliminación de estos desechos infecciosos para hacer frente a las necesidades que tenga el centro sanitario.

Para la eliminación de residuos, el personal del centro debía trabajar con los responsables del transporte de residuos para que el procedimiento de embalaje fuese óptimo y se garantizasen los suministros adecuados para proceder a la retirada y eliminación de éstos. Para dicha recogida el personal de los servicios de medio ambiente siempre habían recomendado usar como mínimo, guantes desechables, bata (resistente/impermeable a los fluidos), protección visual (gafas o protección facial), una especie de máscara que proteja la piel de fluidos y de la exposición directa de la membrana mucosa de los productos químicos de limpieza, contaminación, y proyecciones o salpicaduras durante las actividades de limpieza y desinfección del medio ambiente.

Los equipos de limpieza y expertos en sostenibilidad trabajarán juntos para educar a los profesionales sanitarios, desarrollar carteles informativos, y colocar estratégicamente contendores de residuos para facilitar el acceso a la eliminación de estos residuos que pueden ocasionar graves enfermedades.

Por este motivo, una vez más la gestión adecuada de residuos juega un papel fundamental en la vida del ser humano que puede llegar incluso a salvar vidas.

Fuente: http://www.csrwire.com/

 Noviembre 2014